Desde el 2012, la CAM venía desarrollando un experimento que buscaba comprender el proceso de recuperación de los bosques de roble negro. Se investiga la causa del incendio.
Neiva, Febrero 15 de 2014 – Sobre la Quebrada Santarito en la Vereda La Palma de Acevedo sobre la Serranía de Peñas Blancas al sur huilense, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena –CAM-, venía desarrollando un experimento que fue denominado “Pruebas participativas para la recuperación de los bosques de roble”, buscando implementar una restauración ecológica participativa, cuyos frutos logrados durante dos años fueron arrasados por un voraz incendio.
El grave incidente ambiental se dio ad-portas de la firma de un Acta de Compromiso, prevista para el 6 de marzo, entre la CAM y los municipios de Pitalito, Timaná, Acevedo, Suaza y Palestina, sobre los cuales se extiende la Serranía de Peñas Blancas; documento con el cual se pretende blindar esta riqueza natural desde el punto de vista de protección ambiental.
La CAM a través de la Dirección Territorial Sur, con los Alcaldes y otros actores ambientales realizan este sábado 15 de febrero un recorrido en la Serranía Peñas Blancas para evaluar las posibles causas del incendio forestal.
El director general de la CAM, Ingeniero Carlos Alberto Cuellar Medina, expresó: “Este un hecho lamentable, pues la experiencia que veníamos adelantando es única en el País y en América, el roble negro es reconocido como parte de una de las formaciones forestales más singulares, pero con una tasa de desaparición muy acelerada. Vamos a reiniciar con el proyecto y a firmar el acta de compromiso para poder proteger la Serranía de Peñas Blancas, así como establecer los responsables de este hecho para que paguen por este incalculable daño tanto desde el punto de vista ambiental como penal”.
El Incendio
La quema acabó con más de una década de recuperación de un sitio. El ingeniero Forestal e investigador laboyano Cesar Parra Aldana (magister en bosques y conservación ambiental), denunció que “La quema acabó con más de una década de recuperación de un sitio, terminó con un proceso y las ilusiones. La quema no fue natural, el seguir uno a uno los árboles me permitió corroborar que no había basura, que no habían vidrios, que no habían materiales generadores de fuego”.
De acuerdo con el informe dado por el Ingeniero Parra Aldana, coordinador del proyecto, se establece que uno de los sitios seleccionados para dicho experimento fue un lote dedicado a la conservación de los nacimientos de la quebrada Cantarito, en límites entre las veredas La Palma y Brisas del municipio de Acevedo sobre las partes altas de la serranía de Peñas Blancas, el cual ha sido administrado por el Grupo Asociativo San Isidro.
Se seleccionaron 1.183 árboles pertenecientes a 60 especies establecidos de tal manera que buscaran imitar un bosque de roble negro. Los arbolitos fueron obtenidos en gran parte de los pequeños bosques que quedan alrededor del lote, pues aun contienen algunas de las especies que conforman el bosque modelo y teniendo en cuenta que No existen viveros que se dediquen a las especies nativas y en particular con las asociadas al bosque de roble.
Cinco de las especies utilizadas tienen alguna categoría de amenaza, incluidas las dos especies de roble registradas en todo Suramérica y que existen únicamente en Colombia.
El proyecto contó con muchas manos comunitarias, quienes en un trabajo de filigrana lograron establecer la plantación de más de una hectárea. Niños y jóvenes de la Institución Educativa San Isidro, los directivos del grupo asociativo San Isidro, compradores europeos de café bajo la certificación FLO, miembros de grupo Scout de Colombia y muchos más, pudieron conocer y contribuir a la construcción de este bosque.
Durante el 2013, se realizaron los seguimiento correspondientes: medición a detalle de cada uno de los arbolitos, resiembras, liberaciones, limpias, fertilizaciones, tutorados, etc. Todo lo que establecen los protocolos de restauración. Los resultados fueron muy positivos.
Robles blancos de 3 metros con tan solo año y medio de plantados, robles negros rescatados del bosque natural que fueron capaces de sobrevivir, jiquimillos que aportaron mucho polen para los insectos y hojarasca al suelo, árboles que se convirtieron en perchas para la construcción de nidos de aves y en general una biomasa que no existía allí desde hace 10 años, cuando el lote era simplemente un potrero.